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El pasado 22 de junio, una potente lancha fueraborda sufrió un aparatoso accidente en la provincia de Granada. No ocurrió en Almuñécar, Motril, Salobreña o cualquier otro punto del litoral, que hubiera sido lo lógico. Sucedió tierra adentro, junto a las arboledas que se extienden por los términos municipal de Albolote y Atarfe, en el área Metropolitana de la capital. Fue en las aguas interiores del pantano Cubillas, buena parte de las cuales están cedidas al Club Náutico de la Universidad de Granada (UGR), que, a su vez, dejó la gestión de la instalaciones en manos de una empresa privada en 2012.
Torre de desagüe
Los siete ocupantes de la embarcación –de más de seis metros de eslora– resultaron heridos, cuatro de ellos, de gravedad.
El siniestro se produjo cuando la lancha, tras dar una curva para cambiar el sentido de la marcha, se empotró contra la torre de desagüe del embalse.
La Guardia Civil se hizo cargo de las pesquisas y consideró que había indicios para acusar a la persona que pilotaba la barca de la presunta comisión de un delito de lesiones por imprudencia. El juzgado que asumió las diligencias confirmó la decisión de los agentes del instituto armado, pero, recientemente, ha acordado imputar también a un responsable de la sociedad que administra el Club Náutico de la UGR, que este pasado viernes pasó por La Caleta para someterse al correspondiente interrogatorio. Según fuentes conocedoras del caso, el directivo vino a decir que la persona que ‘patroneaba’ la lancha no era socia del club, algo que la otra parte negó.
Sea como fuere, el tribunal quiere averiguar si la empresa en cuestión, que logró el permiso de la Universidad para reabrir el complejo deportivo y de ocio tras estar cerrado durante años, cumplía con todas las exigencias legales. En este sentido, debía existir, entre otros documentos, una ‘Declaración Responsable’, un papel sin el cual está prohibido navegar en un pantano, una infraestructura que pertenece a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG). De hecho, sin la autorización administrativa que concede dicho organismo no tampoco se puede operar en las aguas interiores.
Cuando llevó a cabo las primeras investigaciones, la Guardia Civil constató que no existía la ‘Declaración Responsable para Navegar en Embalses’, lo que se traduciría en una vulneración de la ley.
Más de cincuenta caballos
Al parecer, la lancha estaba correctamente matriculada y la persona que la pilotaba disponía de título de patrón. Sin embargo, y siempre presuntamente, cuando la embarcación sufrió el accidente podría encontrarse en una zona prohibida para la navegación por su proximidad al dique y a la orilla.
Además, la potencia del motor de la barca era muy superior a la permitida para surcar las aguas de un embalse. En concreto, la norma establece que no pueden tener más de cincuenta caballos, un límite que rebasaba la lancha siniestrada.
El Club Náutico del pantano de Cubillas recupero su actividad en 2012, después de permanecer cerrado –y prácticamente abandonado– durante años. Fue el 4 de julio de la año pasado cuando quedó reinaugurado formalmente con un restaurante y espacios deportivos y para la realización de campamentos infantiles de verano.
Anteriormente, la UGR, mediante la fórmula de procedimiento negociado con publicidad de gestión de servicio público, había ‘delegado’ el uso de la instalación en la citada empresa por la «modalidad de concesión con realización de obra previa y dotación de equipamiento, para el mantenimiento y explotación integral del Club Náutico de la UGR». Antes de ceder la gestión, la Universidad había conseguido de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir la concesión demanial sobre los terrenos y edificaciones hasta 2049.
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