OFICIO SIN PEGADA
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El Granada suma un punto en Balaídos ante un Celta que se estrelló contra el muro de Caparrós, aunque Rochina tuvo en sus botas el triunfo rojiblanco
El Granada escapó vivo de Balaídos después de medirse a un Celta que
llegó a este encuentro crecido tras su proeza en el Camp Nou. Caparrós
repitió el mismo esquema de la pasada semana, con Sissoko y Foulquier de
interiores, y con la única novedad de Fran Rico en la medular tras su
partido de sanción. Ese planteamiento conservador concedió la iniciativa
del choque a los vigueses, que gozaron de numerosas ocasiones. Sin
embargo, fue el suplente Rochina quien desperdició la oportunidad más
clara de marcar.
El cuadro celeste se hizo dueño del mando del encuentro, aunque lo cierto es que solo inquietó a raíz de las pifias rojiblancas. Un par de pérdidas de Iturra y un clamoroso fallo en el saque de Roberto encogieron el corazón de los aficionados granadinistas. Por lo demás, los visitantes se afanaron atrás para taponar todos los huecos a base de sacrificio físico y mucho oficio.
Roberto sacó un cabezazo de Sergi Gómez que tenía marchamo de gol y luego la barrera repelió un libre indirecto en el área que se inventó el colegiado. Esas fueron las mejores acciones de una primera parte con poco ritmo y con un Granada tan replegado atrás que no asomó apenas en campo contrario.
Tras el receso, el Celta salió con una marcha más aunque ese brío de poco le valió. Generó ocasiones pero en el remate siempre suspendieron los futbolistas locales. En ese aspecto fue donde marró Rochina, que protagonizó dos acercamientos a cuál más peligroso. En el primero Success le cedió un balón que era medio gol pero, encimado por un central, la mandó fuera con todo a favor. Poco después pescó el cuero tras un error del Celta, regateó al portero y, ya sin ángulo, su centrochut con la derecha lo repelió la zaga.
Los últimos minutos aumentaron el padecer granadinista, dado que Roberto evidenció molestias en su rodilla pero no podía ser relevado al haberse agotado ya los tres cambios. Nyom, que impidió que el internacional Nolito hiciera de las suyas, también se quejó de su articulación. Ambos a duras penas continuaron sobre el terreno de juego durante los seis minutos de prolongación. El Celta tenía encerrado al Granada y desaprovechó esa circunstancia por una mayor falta de claridad ofensiva, por lo que se retiró contrariado del césped. En cambio, los rojiblancos desprendían alegría por salvar un punto de un encuentro en el que solo dispararon una vez a puerta.
El cuadro celeste se hizo dueño del mando del encuentro, aunque lo cierto es que solo inquietó a raíz de las pifias rojiblancas. Un par de pérdidas de Iturra y un clamoroso fallo en el saque de Roberto encogieron el corazón de los aficionados granadinistas. Por lo demás, los visitantes se afanaron atrás para taponar todos los huecos a base de sacrificio físico y mucho oficio.
Roberto sacó un cabezazo de Sergi Gómez que tenía marchamo de gol y luego la barrera repelió un libre indirecto en el área que se inventó el colegiado. Esas fueron las mejores acciones de una primera parte con poco ritmo y con un Granada tan replegado atrás que no asomó apenas en campo contrario.
Tras el receso, el Celta salió con una marcha más aunque ese brío de poco le valió. Generó ocasiones pero en el remate siempre suspendieron los futbolistas locales. En ese aspecto fue donde marró Rochina, que protagonizó dos acercamientos a cuál más peligroso. En el primero Success le cedió un balón que era medio gol pero, encimado por un central, la mandó fuera con todo a favor. Poco después pescó el cuero tras un error del Celta, regateó al portero y, ya sin ángulo, su centrochut con la derecha lo repelió la zaga.
Los últimos minutos aumentaron el padecer granadinista, dado que Roberto evidenció molestias en su rodilla pero no podía ser relevado al haberse agotado ya los tres cambios. Nyom, que impidió que el internacional Nolito hiciera de las suyas, también se quejó de su articulación. Ambos a duras penas continuaron sobre el terreno de juego durante los seis minutos de prolongación. El Celta tenía encerrado al Granada y desaprovechó esa circunstancia por una mayor falta de claridad ofensiva, por lo que se retiró contrariado del césped. En cambio, los rojiblancos desprendían alegría por salvar un punto de un encuentro en el que solo dispararon una vez a puerta.
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