El ‘edadismo’, esa mentalidad que supone vincular edad avanzada con infantilidad, senilidad, aislamiento o dependencia, es el caldo de cultivo
Tratar a la persona mediante el diminutivo, llevarla de la mano cuando no lo ha pedido o castigarla sin postre si no toma la medicación son algunas de las formas de infantilización que se utilizan con las personas mayores, sin caer en la cuenta de que esta es una forma de maltrato.
Hay que tener en cuenta que muchas veces el maltrato más dañino es aquel que no es tan visible, esa forma «más sutil de agresión», tal y como ha explicado la profesora de Psicología de la Universidad CEU San Pablo, Gema Pérez Rojo, en las 'II Jornadas de Actualización en Gerontología'.
De hecho, para hablar de malos tratos tampoco hace falta que concurra el elemento de intencionalidad, puede haber actuaciones no intencionadas que resulten especialmente lesivas.
Y es que con frecuencia nos centramos en la agresión flagrante y objetiva, pero, a veces, cosas como el 'trato de silencio' –no hablar con ellos o hablar de ellos como si no estuvieran presentes- o el 'abuso social' pasan desapercibidas y pueden llegar a ser más perjudiciales.
Atención a los detalles
Identificar una situación de maltrato es complicado, sobre todo porque en situaciones de dependencia es corriente que la persona viva la agresión desde «la minimización o la tolerencia», ha afirmado Alejandra Chulin, psicóloga de la Fundación María Wolff.
Por eso en la prevención y localización del maltrato hay que prestar atención a los pequeños detalles.
Necesidades del cuidador
Durante las jornadas los expertos reflexionaron también sobre las necesidades de quien queda al cargo de una persona mayor y de la dificultad que viven cuando deben decidir si es hora de ingresar al familiar en una residencia, ya que muchos se sienten culpables.
Esta es una solución que despierta «emociones negativas» y «ambivalentes» en quienes optan por ella, tanto que en ocasiones requieren apoyo psicológico, según el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, Andrés Losada.
En este mismo tema ha incidido el psicólogo de la Fundación María Wolff, Manuel Nevado, que ha planteado el paradigma que debería regir en los casos en que un cuidador que ha estado años al cargo de su familiar elija recurrir a la ayuda de una residencia: «De pensar que está abandonando a su padre tiene que pasar a la reflexión de que necesita ayuda para poder cuidarlo durante más tiempo».
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