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La representante española ha conquistado la décima posición tras una espectacular actuación con su 'Dancing in the rain'
La barba más famosa de Europa, al menos durante esta semana, ganó anoche en Copenhague el festival de Eurovisión. Conchita Wurst, con su poderosa voz y esa magnífica 'Rise like a phoenix' ('Renace como un fénix', un título muy sugerente) que recuerda a las canciones de las películas de James Bond, encandiló al continente. Con 290 puntos se llevó el trofeo a Austria, país que no ganaba el concurso de música desde 1966.
Curiosamente, el mismo año en que ponía su nombre en el palmarés, el Atlético de Madrid ganaba la Liga. Conchita -o Tom Neuwirth, su verdadero nombre- mantuvo una dura pugna toda la noche con los holandeses de The Common Linnets, el grupo que apostó por el country. Nada que ver con la apuesta de Conchita y con la de Ruth Lorenzo.
La representante española realizó una actuación magistral y su 'Dancing in the rain' consiguió un meritorio décimo puesto, empatada con Dinamarca, novena. La artista valenciana logró 74 puntos gracias a los votos de 17 países, incluídos los sorprendentes 12 puntos de Albania o los 8 de Suiza.
En cambio, Portugal, tradicional granero de votos españoles, no dió ninguno. De esta manera, Ruth repite el puesto que Pastora Soler logró hace dos años en Bakú.
La gala comenzó con la espectacularidad propia del evento, una explosión de luz y sonido que iluminaron los pabellones B&W de Copenhague repletos por 11.000 fans, que aplaudieron, gritaron y saltaron cuando salían al escenario los artistas (sobre todo vibraron cuando apareció Basim, representante danés). Ruth Lorenzo debutó en el paseíllo inicial de rojo.
Pero también aparecieron entonces los pitos, tímidos, pero pitos al fin y al cabo, cuando las representantes rusas salieron por primera vez para la presentación. A las hermanas Tomalchevy les tocó recibir la reprobación pública de la política de su país con respecto a Ucrania. Unas críticas que se repitieron cada vez que las rusas recibían votos y que arreciaron cuando desde Moscú se dieron los votos. Curiosamente, otorgó siete puntos a Ucrania; a su vez, los ucranianos dieron cuatro a los rusos.
Mariya Yaremchuk abrió el festival y se llevó unos inusitados aplausos para un tema bailable, festivalero como los que se llevan en los últimos años. La misma apuesta que hicieron los representates de Grecia (Freaky Fortune y RiskyKidd), Italia (Emma Marrone) o Rumania (Paula Seling y OVI). Por supuesto, no podían faltar las clásicas baladas clásicas -Noruega, Montenegro, Bielorrusia o Azerbaiyán- que se cuelan todas las ediciones de Eurovisión y que no parecen destinadas a conseguir el cariño del público, que tiene en sus manos la mitad de los votos de cada país.
Y, luego están los que apuestan por ser más poperos, como los islandeses de Pollapönk, los finlandeses Softengine (que recordaban irremediablemente a Coldplay) o los franceses Twin Twin, los guasones de la edición que quedaron los últimos en la clasificación. Y una mención aparte merecen las polacas Donatan & Cleo.
O mejor dicho, las voluptuosas acompañantes del dúo que incendiaron las redes sociales; y, por supuesto, Conchita Wurst, que no pudo dejar de llorar cuando recibía las votaciones de los diferentes países. «Muchas gracias, España», dijo a cámara cuando los telespectadores nacionales le dieron la máxima puntuación. Pero Conchita se recompuso, gritó en el escenario «todo es posible» al recibir el galardón que cerraba una gala con uos presentadores que dieron la talla, incluida canción a los 12 puntos incluida y guiños a China, que ha comenzado a emitir Eurovision. El próximo año, la cita será en Viena.
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