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MIUERE EL MEJOR ATLETAS ASTURIANO

LA NUEVA ESPAÑA

El mundo deportivo se vuelca en muestras de dolor por el fallecimiento del saltador avilesino Yago Lamela, de 36 años, hallado sin vida en su casa


El mejor atleta asturiano de todos los tiempos, el mejor saltador de España, Yago Lamela, fue hallado ayer muerto en su domicilio de Avilés, en torno a las seis de la tarde. La noticia se extendió como un reguero de pólvora, y también las palabras de lamento y dolor por el fallecimiento del saltador cuyas hazañas marcaron un hito difícil de olvidar. Lamela tenía 36 años, pero ya pasó a ocupar el lugar en la historia que se ganó a pulso con sus gestas. Él era "el chaval que volaba". Subcampeón mundial de salto de longitud en Sevilla, bronce en París, plusmarquista europeo? Y sin embargo pasó sus últimos años sumido en profundas depresiones desde que, hace una década, comenzaran sus problemas físicos, que acabarían jubilándolo del deporte. "Nunca pensé que me ocurriría, pero al dejar el deporte me quedé vacío", confesaba.
El cuerpo sin vida de Yago Lamela salió a las siete y media de la tarde del piso que compartía con sus padres, en la calle Severo Ochoa. Tendido sobre una camilla y cubierto, fue introducido en el vehículo del tanatorio, y después trasladado al Instituto de Medicina Legal de La Corredoria, en Oviedo, para practicarle la autopsia. Según fuentes próximas a la familia, ninguna hipótesis de muerte está descartada, y habrá que esperar a los resultados de los análisis forenses. Una vez que concluyan las pruebas, su cuerpo será trasladado previsiblemente al tanatorio de Avilés, donde quedará instalada su capilla ardiente.
En la calle Severo Ochoa se juntó ayer un puñado de curiosos, que presenciaron en silencio la salida del cadáver. Entre ellos, algunos vecinos y conocidos del atleta que habían coincidido con él recientemente y que lo habían encontrado muy desmejorado, despistado y abstraído, casi sin conocer a nadie. Y es que las depresiones han sido en estos últimos años el gran enemigo de un saltador que toda Asturias recuerda de una forma muy diferente: sonriendo, lleno de fuerza, dando palmas, efectuando saltos prodigiosos con su melena al viento.
El gran susto llegó hace tres años, cuando tuvo que ser ingresado por problemas de salud. "Me dio un bajón muy grande por la coincidencia en el tiempo de varias cosas negativas. Decaí bastante y perdí el ánimo de una forma preocupante. Pero ya estoy mejor". Eso es lo decía Lamela a este periódico hace tres años, tras salir de un periodo de descanso y recuperación en el Hospital San Agustín de Avilés. El atleta estaba metido de lleno en un intento de retomar la vida que el deporte había ya desechado. Y aseguró entonces que el apoyo que había recibido, los mensajes de cariño y el calor de sus conciudadanos habían sido muy importante para él.
Se volcó en los estudios de Informática, asistió a clase de inglés en la Escuela de Idiomas con el ánimo de mudarse algún día a Estados Unidos, se apuntó en el gimnasio para poner a tono su cuerpo y frenar los kilos de más. Es más, incluso también pensó en conseguir la titulación necesaria para ser entrenador de Atletismo. Participó en campus de atletismo con niños, hizo un saque de honor para el Real Avilés? Estaba de nuevo en marcha. La música era su gran refugio. Le gustaba especialmente la música electrónica con la que "jugaba" en un estudio casero.
"Qué pena, tan joven", decían ayer antiguos compañeros de aulas. Se sumaron así a la condolencia generalizada del mundo del deporte, que se hizo eco de la noticia a través de las redes sociales: el futbolista Guti, el tenista David Ferrer, el corredor Paquillo Fernández, el Comité Olímpico Internacional en bloque, la avilesina Alba García? Hasta el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, lamentaron la noticia. En Avilés la Alcaldesa, Pilar Varela, se enteró en Madrid del fallecimiento y mostró su pena, que hoy mismo trasladará a la familia.
Yago Lamela subió a lo más alto. Y bajar, cuando las fuerzas físicas dejaron de acompañarle, no fue fácil. Un problema en el tendón de Aquiles se cruzó en su carrera. Él mismo hacía bromas del tren de vida que había conocido, y cómo en una ocasión decidió hacer un regalo a su padre y otro a su novia: un coche a cada uno. Según personas próximas al deportista, en estos últimos años, al margen de las recaídas en el infierno de la depresión, fue cuando más centrado estuvo, cuando más intentó tomar las riendas de su vida, cuando más cerca estuvo de superar la timidez que le atenazó en los años de fama y gloria.
Y es que ser centro de todas las miradas más allá de en la pista deportiva no fue camino de rosas para el avilesino. Él mismo justificaría después, en varias entrevistas, que mantenerse reservado y lejano era la única forma de rescatar pellizcos de intimidad y de centrarse en el deporte. Pero también reconoció que eso le había dado una imagen de presumido y "creído" de la que él renegaba. "Me hubiera gustado haber actuado de otra forma, pero entonces no supe hacerlo y tampoco tuve a nadie que me supiese asesorar", confesó hace unos años. La juventud, tal vez, le jugó una mala pasada. Por eso intentó cambiar su manera de comportarse, intentó abrirse más a la ciudad que aplaudió a rabiar sus éxitos y que, en los últimos años, se había acostumbrado a verle como un vecino más.
No era más que un niño pequeño cuando asombró a su padre con un salto en la arena de la playa de Xagó, tenía 22 años cuando llegó al techo de su carrera. Ayer pasó para siempre a la historia deportiva de Asturias. El próximo 24 de julio habría cumplido los 37.

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