IDEAL.ES
19 de mayo de 2014
EDUARDO ZURITA (aficionado del Granada CF) | GRANADA.-
El Granada logró la permanencia, el objetivo marcado para latemporada, lejos de casa, como es habitual en la era Pina. En las páginas marcadas como hitos en la más reciente historia rojiblanca habrá que sumar al Santo Domingo de Alcorcón, el Martínez Valero de Elche, y Vallecas de Madrid, el Nuevo José Zorrilla de Valladolid. Campos lejanos donde el equipo tuvo que hacerse rocoso para la consecución de sus aspiraciones, ascensos y permanencias, siempre con finales agónicos. En esta ocasión, cuando peor se veía el panorama por muchos, se consiguió el objetivo además mediante una victoria a domicilio.
El partido entre Valladolid y Granada fue malo como espectáculo futbolístico, impropio de Primera en muchas fases. Sólo la incertidumbre sobre el desenlace de la permanencia mantuvo el interés. Porque de juego y de creación hubo muy poco, como corresponde a dos escuadras de la zona baja de la Liga de Primera atenazadas por la tensión del partido decisivo en que se había convertido el envite. El Real Valladolid no las tenía todas consigo. Conocedor de la necesidad de además de ganar su partido esperar resultados en otros campos, ni saltó con la intensidad inicial esperada, ni aún mucho menos la tuvo cuando se iban conociendo los marcadores adversos para sus intereses en otros lares. La mezcla de desidia y ansiedad local la aprovechó el Granada para estar mejor asentado en el terreno de juego que los locales en la mayor parte del primer periodo. Contribuyó a ello la presencia nuevamente de Recio en la medular, capaz de dar equilibrio al equipo. Brahimi se mostraba también activo, El Arabi esforzado y fallón como ha sido su tónica en el tramo final de liga, y de Piti no se tenían noticias.
Sólo Javi Guerra fue capaz de crear peligro por parte del equipo local ante un sólido Roberto, que estuvo además felino ante un tiro lejano de Jeffren. Claro que Nyom se empeñó en asustar más que nadie en todo el partido al gallego en un despeje hacia su propia meta que acongojó a toda la parroquia rojiblanca. Por lo demás el franco-camerunés fue una roca en su demarcación y estuvo pletórico de facultades durante todo el encuentro. Cuando el descanso se acercaba ocurrió lo inesperado. Una falta en la frontal derecha del área vallisoletana fue sacada en un ejercicio de pizarra por Fran Rico hacia Piti, que progresó bien en el área, centró y encontró el rebote necesario en Mitrovic para que el balón se encaminara hacia la meta de los pucelanos. No hizo más el catalán en todo el partido, rematando una temporada aciaga, pero participó en la jugada que a la postre sería definitiva en el desenlace de la temporada.
Oxígeno
Tras una prolongación no prevista del descanso por los incidentes de Pamplona -por si algo faltaba para hacer aún más prolongado el sufrimiento- se disputó una segunda parte donde ambos equipos quedaron retratados en sus carencias. El Granada reculó hacia atrás y se olvidó del control del balón, dando muestras algunos de sus peones de agotamientos prematuros, caso de Piti, Brahimi, Fran Rico e Iturra. Por fortuna enfrente estaba el Valladolid que eligió, ante su incapacidad para crear juego enlazado, dedicarse a centrar pelotas al área del Granada, la mayoría de ellas frontales. Mainz volvió a recordar al de los viejos tiempos, y estuvo impecable por alto, con un Ilori también concentrado y rápido al corte. Sólo un balón diagonal de los locales pudo llevar el empate al marcador, pero Manucho estuvo torpe en el control definitivo del pase de cabeza de Rukavina y malogró la ocasión. El Valladolid daba muestras de su incapacidad ofensiva y el Granada de las limitaciones físicas y mentales con que ha llegado al final de temporada.
Lucas oxigenó el equipo, sacando a Foulquier por un desafortunado Piti, a Ighalo por un agotado Arabi, y en última instancia a Coeff por Brahimi. El franco-argelino, antes de retirarse, realizó la mejor juagada del partido, con una ruleta que dejó pasmados a dos defensores en el área, pero una vez más se ofuscó ante la portería propiciando que Jaime evitase el segundo gol. La jugada fue un resumen de toda la temporada de Brahimi. El portero del Valladolid prácticamente estuvo inédito en la segunda parte, ante la inexistencia de aproximaciones del Granada, aunque seguro que se le vinieron a la memoria episodios pretéritos cuando Ighalo gambeteó en el área, se libró de sus marcadores y lanzó un buen disparo que el portero tuvo que desviar con dificultades a córner.
Finalizó el partido y la temporada. El Granada permanece en Primera, consiguiendo su objetivo, aunque haya tenido que penar hasta la última jornada por sus desaciertos fundamentalmente como equipo local, donde ha sucumbido en once de los diecinueve partidos disputados. Se libró el pellejo, pero ha quedado un mal sabor de boca en muchos aficionados. La buena primera vuelta y sus 23 puntos abrieron las esperanzas a una estancia sin problemas en Primera. Pero la nefasta segunda vuelta, donde el equipo ha llegado a los últimos partidos fundido y falto de alternativas sólidas con una muy limitada plantilla, han abocado a un final lleno de sinsabores y desazón en el corazón de muchos hinchas.
Sin descenso
El Granada ha completado una temporada en Primera en que no estuvo jamás en puestos de descenso, y donde acabó 15º, como la temporada pasada. Pero curiosamente la sensación final generalizada es que se ha asistido a demasiadas decepciones en directo en casa, y que el equipo ha vagado como alma en pena en muchos de los partidos del tramo final de liga, donde se deciden los puestos definitivos de los campeonatos como decía El Sabio de Hortaleza. Con la satisfacción de mantenerse entre los veinte mejores equipos de España, en la mejor liga de Europa en esta temporada, que tendrá dos campeones continentales, se abre ahora un tiempo para la reflexión sobre los errores y los aciertos cometidos en la temporada finiquitada, necesario para planificar de manera adecuada la próxima y tratar de mejorar los resultados de ésta, pues superar metas es una aspiración irrenunciable para una entidad deportiva.
Lucas Alcaraz, al que en bastantes escritos durante esta temporada he cuestionado por algunas de sus decisiones estratégicas –especialmente cuando estando el equipo por detrás en el marcador descomponía alequipo en su medio campo acumulando ineficazmente gente adelante- ha prestado el último servicio al club de sus amores manteniéndolo en Primera, en la élite. Como cualquier profesional del banquillo, Alcaraz está expuesto a la crítica semanal, basada en muchos casos en el análisis a posteriori, a toro pasado, con el resultado encima de la mesa. Desde que ha dirigido al Granada lo ha mantenido siempre fuera de puestos de descenso, reaccionando con victorias cuando el abismo se acercaba. Pero la amargura vivida en el tramo final de liga ha pesado mucho sobre la afición y, estoy seguro, sobre su propia persona, siendo como es un granadinista hasta la médula. Asumió el reto hasta el final, aguantó críticas en las mal dadas, se jugó la amargura de un final con descenso que hubiese emborronado para siempre el recuerdo de su paso por el banquillo del equipo de sus amores.
Escucharlo decir en su despedida como entrenador del Granada que en su condición de abonado del club cree que se requiere aire nuevo en la dirección de los jugadores sublima su figura de granadinista, sin entrar en disquisiciones sobre sus capacidades como técnico. Lucas puede ser mejor o peor entrenador, pero es un hombre honrado y un granadinista como pocos. A él le hubiera dolido especialmente no haber logrado la permanencia. Por eso ayer lo vi por primera vez sonreír abiertamente abrazando a algunos de sus jugadores, en especial a Roberto, sabiendo que cuando menos la historia del club le reservará un lugar destacado tras conseguir dos permanencias consecutivas en Primera para su Granada. Su gesto de retirarse tras asumir y conseguir el reto de salvar la nave, aunque sea agónicamente, es de agradecer, y como granadinista que es el que esto escribe, le recordaré siempre como un ejemplo de amor por los colores rojiblancos horizontales.
El buen hacer
Tras la satisfacción de la permanencia en Primera de nuestro Granada, y de que se hayan cumplido los deseos expresados en un anterior artículo donde solicitaba que se volviese a Granada después de la batalla de Valladolid como jugadores y técnico de Primera, se debe ahora con tranquilidad echar la vista atrás de esta temporada y reflexionar sobre las decisiones tomadas en la planificación de la plantilla, y más allá de ello, en el modelo deportivo de primer equipo que quiere conformarse. No se debe olvidar el buen hacer del Granada B en la liga de 2ª B, donde ha navegado con solvencia durante toda la temporada. La apuesta de equipo-escaparate para promesas futbolísticas funciona en esta tercera división del fútbol, que ha rebajado mucho su calidad de un tiempo a esta parte, pero se vuelve complicada en Primera, donde es necesario contar con un bloque deequipo que no esté pensado exclusivamente para mostrar jugadores. Siendo impecable la gestión económica del club en los últimos cinco años -si son ciertas las noticias de equilibrio y cumplimiento en el pago de deudas que se anuncian-, es cierto que la afición rojiblanca merece una apuesta más consolidada en Primera que evite otro año más la zozobra de la salvación in extremis, por más que en el gen histórico del club haya mucha tradición de sufrimiento para el logro de metas. Al menos se debe intentar perseguir una estancia más solvente en Primera.
Por otro lado debe reconocerse que es difícil competir desde una ciudad hundida en las clasificaciones económicas del país en la competición más elitista del deporte profesional español como es la Liga de Primera. Pero para recuperar la ilusión del aficionado, y con ello hacer más rentable a la postre el negocio, sería bueno ofrecer una propuesta más sólida de plantilla la próxima campaña, dentro de lo impredecible que puede ser hacer previsiones en esto del fútbol. Quizá así se recuperase el espíritu ilusionante de temporadas pasadas que han abandonado algunos seguidores que ahora se encuentran descorazonados tras tanto sinsabor y sufrimiento. Los otros, los impertérritos, los de siempre, los filipinos, sólo necesitan que la próxima temporada vuelva a rodar el balón para volver a ver a su Granada entre los mejores. Estos últimos son los que a buen seguro tampoco lo hubieran abandonado la temporada que viene si el Granada hubiese terminado de dar con sus huesos en la división de plata.
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