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El objetivo es eliminar el mayor número de barreras arquitectónicas y conseguir que sea transitable en la mayoría de las dependencias
La Alhambra es una maravilla del mundo. Pero aún no es universal. Su arquitectura, sus motivos decorativos y sus jardines maravillan a todo el mundo. Pero no son del todo universales. Y no lo son porque su visita completa no es apta para todas las personas que desean admirar de cerca sus siglos de historia. Es decir, no está abierta a todo el universo humano. Para quienes padecen algún problema de movilidad es imposible admirar el conjunto monumental al completo. Pero la Alhambra lucha por remediar esa deficiencia y permitir que cada vez más personas con movilidad reducida puedan disfrutar del placer de admirar sus paredes y parterres.
El objetivo no es que el monumento granadino sea totalmente accesible, sino que mejore cada vez más en esa faceta. Las dificultades propias de una arquitectura que no pensaba en aquella época en personas con discapacidad física hace improbable que algún día sea posible visitar toda la Alhambra en silla de ruedas. No obstante, el Patronato que gestiona el monumento se ha propuesto adecuar en la medida de lo posible las dependencias más demandadas. Y lo está consiguiendo de la mano de La Ciudad Accesible, un proyecto sin ánimo de lucro gestionado por la Asociación Sí Podemos que ofrece soluciones técnicas y buenas prácticas sobre accesibilidad universal, usabilidad y diseño para todo el mundo.
Desde hace un año, ambas entidades trabajan en equipo en un proyecto pionero a nivel internacional que trata de conseguir que el itinerario de la visita pública a la Alhambra sea practicable para usuarios de todo tipo. De momento, esa colaboración ha dado sus primeros frutos y ya es posible visitar los palacios nazaríes en silla de ruedas. «En todas nuestras actuaciones intentamos eliminar barreras arquitectónicas. El objetivo es que todo lo que se pueda quitar va fuera para así conseguir un recorrido unitario, accesible para todo el mundo», explica el jefe de Conservación de la Alhambra, Francisco Lamolda. Lógicamente, ningún elemento original es levantado o sustituido, sino que las actuaciones solo afectan a pavimentos que fueron incorporados posteriormente. En su mayoría, ninguno suele superar los cien años de historia. Eso sí, el proceso sigue un protocolo y no se retira una piedra sin el visto bueno de los técnicos especialistas en conversación.
Reducir el impacto visual
La primera intervención fue la más compleja de todas las acometidas hasta la fecha. Consistió en la construcción de una rampa que diera acceso a la entrada al Palacio de los Arrayanes desde el entorno del Palacio de Carlos V. En ese punto el equipo debía sortear una escalinata al aire libre bastante amplia. Situado en el primer corte de entrada del público, es una rampa metálica con suelo de madera que, como dice Lamolda, «parece que lleva toda la vida ahí». Esa es una de las metas del proyecto, que nada de lo que se incorpore al monumento genere 'ruido' al visitante, es decir, que el impacto visual sea lo menos agresivo posible.
Por ahora, parece que lo están consiguiendo. La naturalidad es la norma. «Se ha dado el caso de que la rampa de acceso se ha tenido que cortar al público en general porque casi todo el mundo descendía por ahí ya que, a veces, resulta incluso más cómoda», detalla la arquitecta de La Ciudad Accesible, Mariela Fernández Bermejo, encargada de coordinar todas las labores junto con el equipo de conservación de la Alhambra. En la actualidad la rampa solo se abre a las personas que acceden en silla de ruedas o con movilidad reducida. Porque las actuaciones no están pensadas solo para usuarios con discapacidad, sino que producen además un beneficio paralelo a personas mayores. «Pensamos también en ellos. Hay que tener en cuenta que cada día viajan más y que un gran porcentaje de las visitas que recibimos son personas mayores», indica Lamolda.
Lo que sí tenían claro en el equipo director es que debían evitar la instalación de cualquier sistema mecánico. «Queremos que nuestros visitantes de movilidad reducida tenga independencia, que no necesiten de ayuda, si es posible. Tampoco que sean el centro de atención de los demás visitantes. De ahí que evitemos instalar elementos mecánicos que, además, son más invasivos para el entorno», comenta la arquitecta.
Para ello, el proyecto se sustenta en dos pilares fundamentales. El primero, que la dirección del Patronato «esté implicada en la política de accesibilidad» y que los responsables de La Ciudad Accesible trabajen «de la mano de ellos», según Fernández Bermejo. «Esto ha sido muy importante. En el Patronato, desde la directora (Mar Villafranca) hasta los técnicos de conservación han interiorizado el concepto de accesibilidad como algo inherente y relevante para la Alhambra», detalla, al tiempo que hace hincapié en que «todos somos granadinos».
Consejo de expertos
Por otra parte, existe un equilibrio entre las personas que trabajan para el Patronato y los especialistas en accesibilidad, quienes asesoran en todo lo necesario, bien sobre la normativa relacionada con la materia, o bien con la experiencia de personas con movilidad reducida. Para este último caso cuentan con un 'consejo de expertos', con perfiles de todo tipo, que aportan sus experiencias personales y testan cada una de las actuaciones para dar conformidad al nuevo elemento instalado.
La comunicación también es imprescindible. En este caso, para la relación con el visitante. «No queremos levantar falsas expectativas y les informamos previamente, con una planimetría específica, de cuáles son las zonas accesibles. Les aconsejamos en todo momento», relata Fernández Bermejo. Además, el propio Patronato, desde hace ya tiempo, dispone de sillas de ruedas propias para cederlas a personas con movilidad reducida.
El resultado, sin ser llamativo, puesto que la primera máxima es la discreción de las actuaciones, es funcional y útil. Los materiales utilizados han sido estudiados con detenimiento y cada uno de los elementos introducidos se han personalizado en cada caso concreto. El más mínimo escalón ha sido salvado con su propia rampa hecha a medida. «Tratamos de conseguir que no distorsionen pero que se sepan que están ahí», apostilla Lamolda. Este principio lo han aplicado incluso en el remozado Patio de los Leones. Para salvar el escalón que separa los pasillos de la gran protagonista -la fuente- el equipo ha elaborado una rampa realizada en el mismo mármol de Macael que todo el conjunto. El efecto es imperceptible a simple vista, pero permite a cualquier persona en silla de ruedas fotografiarse frente a los grandes iconos blancos de la Alhambra.
En este mismo patio, otro elemento casi inapreciable es un pequeño 'puente' de metacrilato que se ha colocado en uno de los canales. Impide que las ruedas de las sillas se atasquen en él. Son pequeños detalles que hacen más fácil la vida a quienes más difícil lo tienen. «La Alhambra es única y queremos que lo sea también en accesibilidad. Pero es una accesibilidad con coherencia. Hasta ahora, en esta materia siempre se ha querido imponer. En este caso, estamos intentando que sea una accesibilidad inclusiva y universal, en la que se cuiden todos los detalles», advierte Mariela Fernández Bermejo. Al mismo tiempo, el conjunto monumental granadino consigue diferenciarse de otros distinguidos con el marchamo de Patrimonio Mundial. «Sin tocar nada, se puede hacer», matiza la arquitecta. «Este es un punto a favor de la Alhambra puesto que, al ser Bien de Interés Cultural, no está obligado por norma a ser accesible», señala Antonio Tejada, de director ejecutivo de La Ciudad Accesible.
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