HOLA
Última revisión: 2010-03-12 por Dr. Manuel María Ortega Marlasca
El sol y sus efectos sobre la piel
Las personas de piel y cabellos claros tienen un tipo de piel delicado y un gran riesgo de sufrir quemaduras solares, dada la escasa pigmentación de su piel. En ellos, las quemaduras solares ocasionales (piel de cangrejo) aumentan el riesgo de padecer uncáncer de piel. Las personas cuya piel es más blanca deben tener más cuidado que las personas de piel oscura.
Los australianos presentaron una campaña de salud pública muy simple y con mucho éxito, en la que se recalcaba la necesidad de incluir medidas preventivas específicas tales como el uso de protectores solares, camisa y sombrero para tomar el sol con seguridad.
A todos nos gusta el sol, pero la reacción ante sus rayos varía de un individuo a otro. El número de casos de cáncer de piel se ha duplicado en los últimos 20 años, lo cual se debe probablemente al agujero cada vez mayor de la capa de ozono, entre otros posibles factores. Así que debemos de tener cuidado a la hora de tomar el sol.
Sin embargo, todos tenemos algo en común: que nos ponemos morenos al sol. Ello se debe a la presencia en nuestra piel de una sustancia llamada melanina, que es la responsable de que la piel oscurezca. Se la considera como la propia protección de la piel ante el sol. La velocidad con la que nos bronceamos depende por tanto de la rapidez con la que la piel de cada persona es capaz de sintetizar esa sustancia.
Sin embargo, el efecto de los rayos solares también depende de dónde estamos, la intensidad de la radiación y el tipo de piel que tenemos. Para aprovechar al máximo el sol sin quemarnos y sin aumentar el riesgo de contraer cáncer de piel posteriormente, es mejor broncearse poco a poco. Esto se consigue evitando el sol del mediodía (de las 12 a las 15 horas), estando el mayor tiempo posible a la sombra y utilizando una crema protectora (un factor 15 como mínimo). En los niños, también se aconseja llevar ropa ligera y en los menores de 1 año se desaconseja su exposición al sol directamente, incluso aunque se les aplique cremas solares.
El filtro solar químico
Son sustancias que tras penetrar en la piel absorben los rayos solares, con lo cual impiden que actúen en las capas más profundas y que causen lesiones. Algunos filtros químicos sólo proporcionan protección contra los rayos solares UVB (ultravioleta tipo B), mientras que otros protegen contra los rayos UVB y UVA.
Rayos UVA
El filtro físico'A' de ageing (envejecimiento)Afectan a la capa interna de la piel (dermis) Estropean la piel, provocando envejecimiento prematuro.
vea en nuestra sección 'La piel' artículos relacionados:
- Dermatitis solar
- Sequedad de piel
Protección solar en los niños
'B' de burning (quemar)Los absorbe principalmente la epidermis (capa externa de la piel) y son los más 'potentes' Activan la producción de melanina, la sustancia que nos broncea.
Son los que filtra la capa de ozono y no llegan a la tierra.
Por otro lado, coloca una membrana fina a modo de espejo en la parte superior de la piel y refleja los rayos solares. Los filtros físicos suelen tener coloración ligera, como por ejemplo, el blanco del óxido de zinc. Protegen contra los rayos solares tanto UVA, como los UVB.
Filtros solares
Las cremas protectoras solares que hay en el mercado funcionan de distintas maneras para protegernos contra los rayos solares gracias a la presencia de filtros químicos y/o físicos.
Los rayos solares UVA penetran a mayor profundidad hasta el tejido conjuntivo y hacen que la piel envejezca prematuramente. Los rayos UVB son los que afectan a la capa superior de la piel, y es la razón por la que producimos melanina y nos bronceamos, pero también son los que queman y producen cáncer de piel.
Para una protección óptima e ideal, es mejor escoger una crema de protección solar que proteja contra los rayos UVB y UVA. Quienes tienen tendencia a padecer alergia a los ingredientes de los protectores solares deben optar por otros a los que no la presenten y en último extremo, optar por el filtro físico únicamente.
¿A prueba de agua o hidrófugo?
Si desea bañarse para refrescarse y, al mismo tiempo estar protegido contra las lesiones que puede causar el sol en la piel, debe asegurarse de que la crema protectora solar sea hidrófuga o a prueba de agua (waterproof). Una crema protectora a prueba de agua resiste 80 minutos de inmersión o 4 baños de 20 minutos sin desaparecer. Si la crema protectora es hidrófuga, puede nadar 40 minutos o 2 baños de 20 minutos sin que se quite. Sin embargo, esto sólo es aplicable si se seca al aire (no con una toalla) y en la cantidad aconsejada por el fabricante. Se recomienda aplicar una capa suplementaria siempre, antes de cada vez que vayamos a tomar un baño, como medida que garantice una óptima protección solar.
Aplicar una capa gruesa de protector es la clave
Un adulto se debe aplicar una capa de crema protectora que corresponde a 30g o 40g, mientras que un niño necesita unos 20g para cubrir todo el cuerpo. Generalmente sólo se utiliza una tercera parte de la cantidad necesaria y, por lo tanto, la protección no es tan eficaz como nos creemos.
Aplique el protector antes de salir
Es necesario aplicar la crema protectora al menos con media hora de antelación a la exposición solar, y en una cantidad suficiente, de modo que la piel esté totalmente impregnada después de habernos untado la crema.
¿Puede utilizar el protector solar que sobró del año pasado?
Los fabricantes de cosméticos no están obligados por la legislación referente a cosméticos, a indicar la fecha de caducidad de un producto si tiene una caducidad superior a los 2,5 años.
Por todo ello, debemos de evaluar de una manera muy simple aquellas cremas solares que nos sobraron del año anterior, teniendo siempre en cuenta que, ante la duda, debemos desecharlas y adquirir unas nuevas.
Su olor debe ser igual al del año anterior, y nunca debe desprender malos olores. Debemos asegurarnos de que no han estado expuestas al sol, ya que el calor hace que pierdan sus características protectoras. Se deben dejar en un lugar fresco y a la sombra; lo mejor es dejarlas en el frigorífico cuando no se utilizan.
El número del factor de protección cuantifica la capacidad protectora del mismo, pues cuanto mayor sea éste, más horas de protección es capaz de otorgar. El factor que elijamos depende del tipo de piel y duración de nuestra exposición. De manera generalizada, el factor 15 está bien para la gran mayoría de personas de piel normal, y no hay gran diferencia si se escoge un factor más alto.
Excepciones a esto son los niños y los adultos que tienden a padecer eczemas. A veces es conveniente utilizar un protector en barra con un factor alto en las áreas del cuerpo especialmente expuestas, como los hombros, labios, orejas y dorso de la nariz.
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