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Es una mujer alta, rubia y de ojos azules que muestra a las claras el estereotipo anglosajón. Jacqueline Vincent Thorp, es una educada inglesa de 50 años que tras más de 15 de maestra de terapias complementarias docentes en Inglaterra, decide hacer realidad su sueño de tener su propia cafetería.
Jacqueline, recuerda con especial cariño como sus padres tenían su propio hotel y ella quería contar con algo parecido para relacionarse con el público. Su infancia la pasó en la ciudad de Windsor viviendo posteriormente con su marido en Cheshine. Allí tuvo dos hijos, una niña y un niño, que en la actualidad tienen 28 y 15 años respectivamente.
Hace 8 años, esta inglesa de corte clásico, decidió dar un cambio radical a su vida. Su idea se alejaba de la del inglés que busca únicamente sol y playa, decidiendo ir a vivir a una zona de interior. "No me gustaba la costa ya que había mucho compatriota», sonríe la mujer dejando claro que su destino era una zona rural. Ese primer destino fue un pequeño cortijo en La Viña, una pequeña localidad situada en el límite entre el término municipal de Loja y el de Algarinejo.
Durante 5 años la familia vivió en dicho hogar, hasta que se dieron cuenta que necesitaban otras cosas además de la tranquilidad con la que se encontraban en su vida diaria. Jacqueline decidió hacer realidad su sueño y contar con su propia cafetería. La idea estaba clara, «quería que estuviera en la calle principal de Loja y fuera soleada», afirma. Tras muchas reformas, hace tres años y medio que 'Café Continental' abrió sus puertas en la avenida de Los Ángeles de Loja.
«Quería una cafetería con un buen café, diferentes tés naturales y pasteles artesanales, y lo he conseguido», comenta orgullosa Jacqueline. Ella misma prepara sus pasteles aunque como curiosidad afirma que no le gusta lo dulce. «Únicamente los pruebo cuando los hago», afirma. Sí ama sin embargo el trato con las personas en su local. De su trabajo le llama la atención como en España las familias salen a los bares y cafeterías juntos. «En Inglaterra los niños se quedan con los abuelos pero aquí van correteando de un lado para otro», comenta aún sorprendida.
La cafetería tiene una gran aceptación entre el público lojeño, ya que en su opinión cree que «les gusta ver a gente de otros países reunidas». No es extraño ver disfrutar de un buen café o un té a personas de diferentes países que visitan o residen en Loja. Ejemplo de esto es que las paredes aparecen repletas de cuadros de un joven pintor inglés que quiere darse a conocer. Con anterioridad también expusieron jóvenes promesas españolas.
Jacqueline se ha adaptado a la perfección a la forma de vivir de esta tierra. «Me he sentido muy cobijada desde el primer día», afirma sin dejar pasar por alto la dificultad del idioma. «Existen muchos verbos», se queja la inglesa que tampoco se olvida del peculiar idioma andaluz, «se entiende más a los madrileños que a los de aquí». Sí destaca la amabilidad de los lojeños. «Todo el mundo habla y saluda», comenta Jacqueline destacando también como la gente vive más en la calle, «en mi país a las 17 horas está todo el mundo en sus casas».
A pesar de afirmar que no le gusta el jamón serrano se muestra convencida de las bondades de la gastronomía española. «Me encanta la porra y el gazpacho», afirma Jacqueline para contrarrestar su negativa al jamón. También afirma su amor por la paella.
Entre las manifestaciones culturales del municipio destaca entre sus preferidas la celebración de la Semana Santa. «Es mucho sentimiento el que se vive», afirma confesando que no puede contener las lágrimas cada vez que ve pasar una procesión por su lado. «Creo que es algo maravilloso, el olor, las vestimentas..», comenta Jacqueline, que también hace una mención especial a la peculiar figura lojeña de los Incensarios. También afirma que le apasiona la feria y que aunque no sabe, le gusta ver como las jóvenes bailan sevillanas.
Dentro de su tiempo libre, le gusta disfrutar de unos buenos vinos en compañía de sus amigos. También disfruta de la naturaleza de Loja, donde vive desde hace tres años, dando un paseo en compañía de su perro. Su vida es tranquila, máxime cuando ve como sus hijos se han adaptado sin problemas a su nueva vida. «Mi hijo ya habla y piensa en español, es algo curioso», comenta admitiendo que no le ocurre lo mismo a su hija que sigue adaptándose al idioma.
A pesar de la decisión de venirse a vivir a España, Jacqueline echa mucho de menos a su familia. Su principal deseo sería poder traer a nuestro país a sus familiares más cercanos. En estos momentos su padre se encuentra enfermo, lo que acentúa la morriña por volver a su país. A pesar de ello, sabe que su futuro está junto a su soñada cafetería en el centro de Loja.
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