MALAGA HOY
Ingenieros de la UMA desarrollan sistemas para mejorar la comunicación y movilidad de discapacitados muy graves
¿Creen que es posible mover un objeto solo con la mente o que un ordenador sea capaz de descifrar qué piensa una persona? No solo lo es, sino que hay muchas personas en el mundo dedicadas a esta materia y nueve de ellas están en la Universidad de Málaga. No son aspirantes a magos, sino ingenieros que llevan años de investigación y que ya tienen algunos resultados palpables. En uno de ellos se ha diseñado un sistema que permite comunicarse a personas que no tienen capacidad alguna de movimiento ni de habla. El mayor reto, sin embargo, es conseguir que una persona pueda mover su silla de ruedas con la mente.
Estos investigadores pertenecen al grupo Diana de la Escuela de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad de Málaga y su campo de batalla diario es lo que llaman interfaces cerebro/computadora, es decir, crear sistemas que permitan controlar un ordenador con la actividad cerebral y con el pensamiento.
El objetivo es ayudar a mejorar la calidad de vida de personas con importantes deficiencias en sus funciones motoras como, por ejemplo, aquellas que tienen esclerosis lateral amiotrófica, una terrible enfermedad que, en casos extremos, puede dejar al afectado completamente paralizado, impidiéndole mover los músculos, incluyendo los propios ojos, o controlar la respiración. A esta angustia se le suma la crueldad de que su mente funciona Ricardo Ron, investigador jefe. perfectamente por lo que, como explica Ricardo Ron, investigador principal, "son personas encerradas en ellas mismas que no pueden hacer nada".
No es necesario advertir de la enorme dificultad que entraña realizar avances en este tipo de investigaciones. Pero, poco a poco, se van obteniendo. Ron señala que empezaron creando un simulador virtual en el cual se podían hacer determinadas acciones con la mente , utilizando como escenario la propia facultad, entre otros lugares. "En un principio trabajábamos con dos comandos, derecha e izquierda, aunque ahora tenemos más", afirma.
Recientemente han culminado su segundo proyecto, llamado Brains. El paciente lleva electrodos en la cabeza y observa un teclado en el que se iluminan letras y números. Cuando presta atención a una letra o un número se produce un cambio en la actividad cerebral que detecta la computadora. Con la suma de todos esos símbolos, el ordenador puede registrar frases completas. "No somos ni los primeros ni los únicos trabajando en esto. Nuestra novedad es que hemos introducido un teclado como el de los teléfonos móviles convencionales para reducir la dificultad y el número de elementos", expone.
Adilia padece esta enfermedad y está colaborando con los ingenieros de la UMA. Su hija, Rosa Gómez, explica a la agencia Historias de Luz que se ayuda a que "gente que está como mi madre pueda seguir transmitiendo lo que piensan más allá de lo que necesitan".
El tercer proyecto en el que están inmersos, Incadi, busca que el paciente pueda mover la silla de ruedas. No hay luces, sino que se analiza la intensidad de la actividad cerebral que producen los pensamientos. A grandes rasgos, si el afectado imagina que mueve la mano derecha el ordenador lo detecta y la silla debería girar a la derecha.
Están haciendo pruebas con un robot por bluetooth pero queda mucho camino por recorrer. "El control de la silla de ruedas es más complicado", destaca Ron, quien reconoce que no sabe cuándo se podrá tener un prototipo fiable y que, en caso de que se pudiera comercializar algún día, "es más probable que se utilice solo para los hogares y no en la calle".
Estos investigadores pertenecen al grupo Diana de la Escuela de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad de Málaga y su campo de batalla diario es lo que llaman interfaces cerebro/computadora, es decir, crear sistemas que permitan controlar un ordenador con la actividad cerebral y con el pensamiento.
El objetivo es ayudar a mejorar la calidad de vida de personas con importantes deficiencias en sus funciones motoras como, por ejemplo, aquellas que tienen esclerosis lateral amiotrófica, una terrible enfermedad que, en casos extremos, puede dejar al afectado completamente paralizado, impidiéndole mover los músculos, incluyendo los propios ojos, o controlar la respiración. A esta angustia se le suma la crueldad de que su mente funciona Ricardo Ron, investigador jefe. perfectamente por lo que, como explica Ricardo Ron, investigador principal, "son personas encerradas en ellas mismas que no pueden hacer nada".
No es necesario advertir de la enorme dificultad que entraña realizar avances en este tipo de investigaciones. Pero, poco a poco, se van obteniendo. Ron señala que empezaron creando un simulador virtual en el cual se podían hacer determinadas acciones con la mente , utilizando como escenario la propia facultad, entre otros lugares. "En un principio trabajábamos con dos comandos, derecha e izquierda, aunque ahora tenemos más", afirma.
Recientemente han culminado su segundo proyecto, llamado Brains. El paciente lleva electrodos en la cabeza y observa un teclado en el que se iluminan letras y números. Cuando presta atención a una letra o un número se produce un cambio en la actividad cerebral que detecta la computadora. Con la suma de todos esos símbolos, el ordenador puede registrar frases completas. "No somos ni los primeros ni los únicos trabajando en esto. Nuestra novedad es que hemos introducido un teclado como el de los teléfonos móviles convencionales para reducir la dificultad y el número de elementos", expone.
Adilia padece esta enfermedad y está colaborando con los ingenieros de la UMA. Su hija, Rosa Gómez, explica a la agencia Historias de Luz que se ayuda a que "gente que está como mi madre pueda seguir transmitiendo lo que piensan más allá de lo que necesitan".
El tercer proyecto en el que están inmersos, Incadi, busca que el paciente pueda mover la silla de ruedas. No hay luces, sino que se analiza la intensidad de la actividad cerebral que producen los pensamientos. A grandes rasgos, si el afectado imagina que mueve la mano derecha el ordenador lo detecta y la silla debería girar a la derecha.
Están haciendo pruebas con un robot por bluetooth pero queda mucho camino por recorrer. "El control de la silla de ruedas es más complicado", destaca Ron, quien reconoce que no sabe cuándo se podrá tener un prototipo fiable y que, en caso de que se pudiera comercializar algún día, "es más probable que se utilice solo para los hogares y no en la calle".
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