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La reina de las Villuercas. La reina de la Hispanidad. O la reina de los peregrinos. Hay muchas formas de referirse a la Virgen de Guadalupe, patrona de Extremadura. Y todas las posibles se escucharon ayer en el interior de la basílica del Monasterio pasadas las doce del mediodía. Fue en el momento en el que la imagen abandonó la capilla de Santa Paula, situada junto a la sacristía decorada por obras de Zurbarán, para iniciar su procesión por el Claustro Mudéjar o Claustro de los Milagros.
Cuando las puertas de esta capilla se abren, los fieles reciben a la talla desde la iglesia entre aplausos y vítores. La patrona de Extremadura protagonizó el desfile claustral escoltada por los Caballeros de Guadalupe y precedida por los fieles que, bien de rodillas o de pie y sin zapatos, hacen el recorrido para cumplir sus promesas, muchas de ellas motivadas por cuestiones relacionadas con la salud. Es uno de los momentos más intensos de cada 8 de septiembre, festividad de Extremadura. Pero hay más.
Antes del inicio de la procesión, la Virgen de Guadalupe permaneció en el altar mayor de la basílica durante una misa en la que participaron una veintena de sacerdotes y los tres obispos de las diócesis extremeñas: Francisco Cerro (Coria-Cáceres), Santiago García Aracil (Mérida-Badajoz) y Amadeo Rodríguez (Plasencia). Tampoco faltó a la cita Ángel Rubio, obispo de Segovia originario de Guadalupe. El encargado de presidir la ceremonia fue Braulio Rodríguez, arzobispo de Toledo y primado de España, ya que Guadalupe y otros 31 pueblos de la región dependen eclesiásticamente de Toledo. La imagen lució para la ocasión el manto bordado por Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II, y la corona rica, con la que fue coronada en 1928 como reina de la Hispanidad.
Aunque no apareció en la homilía del arzobispo de Toledo, la extremeñidad de Guadalupe volvió ayer a hacer acto de presencia. En este caso, fue el presidente del Parlamento de Extremadura, Fernando Manzano, quien pidió que el Monasterio pase a depender de una diócesis extremeña. «Es un día oportuno para reivindicar su pertenencia a una diócesis eclesiástica de nuestra tierra», dijo. Hay que recordar que la Asamblea de Extremadura aprobó una declaración oficial con esta reivindicación. Además de los políticos, la ciudadanía también se ha movilizado para lograr este objetivo. La asociación Guadalupex aúna este sentimiento y ayer su presidente, Vicente Sánchez-Cano, volvió a llevarse una nueva decepción al comprobar que no había ningún gesto nuevo por parte de la jerarquía eclesiástica. «Esperábamos que la llegada del Papa Francisco también se notara en este asunto, pero hemos visto que no ha sido así». Guadalupex también ha pedido a los obispos extremeños más implicación en este asunto. «No nos hemos dormido en los laureles», asegura el prelado de Coria-Cáceres al ser preguntado sobre el tema.
Reivindicaciones al margen, la alocución del arzobispo de Toledo se centró, sobre todo, en llamar a una nueva evangelización, entendida como «una respuesta adecuada a las cosas que ahora suceden, a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy, a los nuevos escenarios que diseña a la cultura a través de la cual buscamos el sentido de nuestras existencias. Queremos que surja un deseo en nuestras diócesis de vivir la fe católica y anunciarla; no de imponerla», dijo. «Hay situaciones de parejas muy preocupantes, como la falta de nupcialidad. Ya parece algo normal vivir juntos sin casarse ni por la iglesia ni en el matrimonio llamado civil. Hay libertad para ello. Pero, curiosamente, muchos de ellos quieren que sus hijos sean bautizados y no ven lo incoherente de esta postura», añadió.
El arzobispo de Toledo también se dirigió a fray Antonio Arévalo, que se ha convertido recientemente en el nuevo guardián del Monasterio de Guadalupe en sustitución de fray Sebastián Ruiz. En el transcurso de la ceremonia, en la que también se pidió por la paz para Siria, irrumpieron desde el fondo de la basílica varias voces que reclamaban atención sanitaria para una señora que había sufrido un desvanecimiento. Voluntarios de Cruz Roja se encargaron de atender a la afectada. Las lipotimias y las rozaduras son los cuadros clínicos más habituales en la celebración del 8 de septiembre.
Desde el coro, el organista Tomás Sánchez cedió el puesto a su hermano Francisco José Sánchez, organista de la Concatedral de Santa María de Cáceres, que interpretó piezas de la música romántica alemana, entre otros temas. La voz la pusieron los integrantes de la Coral Santa María de Guadalupe. Hasta el corazón religioso de Extremadura se desplazaron los principales representantes de la región, encabezados por el presidente de la Junta, José Antonio Monago, y el líder de la oposición, Guillermo Fernández Vara. La Hospedería de Guadalupe brindó a las autoridades una comida integrada por entremeses, ensalada con higos confitados, pato prensado y mousse de arroz con leche y perfecto de nueces. Todo ello regado con vinos y cava de la tierra.
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